Blog Post
¿Por qué procrastinamos?
Tengo que entregar un informe para mañana, pero cuando me pongo a escribir, siento una sensación de desagrado enorme, casi física, que sólo se alivia cuando cierro el documento, abro el navegador y me pongo a mirar los últimos tweets del día sobre Juego de Tronos. Estoy procrastinando.
Pero, ¿por qué lo hago?, ¿por qué abandono una tarea que necesito hacer de manera urgente?, ¿por qué elijo dedicar mi tiempo a evadirme? Lo estoy haciendo porque prefiero darle un chute rápido de placer a mi cerebro aun a costa de crear un problema mayor en el futuro.
Procrastinación
La procrastinación es el aplazamiento voluntario de una tarea a pesar de saber que ese aplazamiento dañará nuestro rendimiento, nuestra actitud hacia nosotros mismos y, muy probablemente, nuestra imagen de cara a los demás. La procrastinación es un aplazamiento voluntario e innecesario de nuestras responsabilidades. Un problema que nos convierte en nuestros peores enemigos.
Pero, volvamos al chute de placer al cerebro. La procrastinación es un problema grave porque, por su propia mecánica, se convierte rápidamente en un hábito:
- Nos sentimos mal ante una tarea.
- Abandonamos la tarea
- Pasamos a hacer algo que nos agrade o evada.
- Nuestro cerebro nos recompensa.
Esta dinámica de dolor, reacción, placer, recompensa es la forma más rápida de crear un hábito inconsciente e interiorizado que repetiremos siempre que nos encontremos ante un mismo estímulo: la tarea desagradable.
Los hábitos no son fáciles de cambiar. Tenemos que hacer un esfuerzo consciente con estrategias específicas para poder romper el círculo vicioso de la procrastinación.
La estrategia más básica y quizá la más difícil es reconocer y atajar la procrastinación en el mismo momento en el que se manifiesta. En ese momento en que estamos ante una tarea y empezamos a pensar “Esto lo puedo hacer más tarde” o “Quizá mañana tenga más inspiración para hacer esto”, tenemos que pararnos y reconocer que estamos pensando esto para evitar las emociones negativas que estamos sintiendo. Saber identificar el problema es el primer paso para resolverlo.
Tenemos que asumir que la tarea que tenemos entre manos nos hace sentir mal porque es difícil o aburrida o porque estamos inseguros sobre si somos capaces de hacerla bien. Una vez que hayamos identificado y entendido esas emociones que estamos sintiendo, tenemos que adoptar un compromiso:
SI siento emociones negativas cuando afronto una tarea, ENTONCES me mantendré firme y continuaré y no abandonaré la tarea o huiré.
En esencia, para resolver el complicado problema de la procrastinación, primero tenemos que aprender a identificarlo y segundo, tenemos que aprender a controlar las emociones que lo desencadenan. No será fácil. Somos especialistas en encontrar razones para rendirnos ante el placer inmediato. Vamos a intentar justificarnos con mil argumentos y a intentar posponer todo para mañana cuando, con toda seguridad “tendremos más motivación”. La procrastinación es tan potente porque nos convierte a nosotros mismo en nuestros peores enemigos y, después de todo ¿quién nos conoce mejor que nosotros mismos?
Este artículo recoge ideas del libro “Solving the procrastination puzle” de Timothy A. Pychyl.